En cada timbre encuentro un laberinto. En tu casa solo hay
ventanas, y yo tengo que trepar o prenderme fuego y entrar con el viento para
poder entrar. ¿Será esta la transformación que espera tu alma que la mía habite
incansablemente, con el miedo insoportable de quedar solo de nuevo? La historia
se repite. Muerte tras muerte me voy encontrando de nuevo, como se encuentra el
humo con los ojos secos.
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